Bioparc Valencia rememora las palabras de la ilustre primatóloga Jane Goodall, que visitó el parque el pasado mayo, y pone en práctica sus razones para la esperanza con un acto simbólico de los niños de Expedición África. “El día del Árbol madre”, los pequeños han trabajado consejos para la prevención de incendios y la protección de la naturaleza, modificando las actividades previstas en la escuela de vacaciones para hoy.
Jueves, 5 de julio de 2012.- En estos momentos difíciles en los que los incendios de los últimos días han arrasado zonas de gran valor de la Comunidad, Bioparc Valencia recuerda con mayor intensidad las palabras de Jane Goodall, la ilustre etóloga que visitó por primera vez Valencia en mayo, y sus razones para la esperanza entre las que destacaba “el indomable espíritu humano”, “la fuerza y el entusiasmo de la juventud”, “la inteligencia humana” y, especialmente, “la resistencia de la naturaleza”.
El equipo de BIOPARC Valencia junto con los niños entre 6 y 12 años participantes en la escuela de vacaciones Expedición África, han decidido modificar las actividades que había previstas para la jornada de hoy jueves.
El día estaba dedicado a “El Árbol madre” donde los niños comprenden la importancia de los bosques y la necesidad de conservarlos y, por este motivo, los integrantes de la escuela de verano se han reunido para solidarizarse con los afectados y valorar el daño causado a la biodiversidad valenciana.
Los niños de Expedición África han mostrado su tristeza y se han “enfadado” porque ocurran estas cosas y desde su inocencia e ingenuidad, pero con un sentido común abrumador, han realizado un acto simbólico en el Bosque de baobabs de la sabana donde han propuesto en un panel sus sugerencias, opiniones y aportaciones acerca de cómo se puede evitar los incendios y qué hacer para recuperar la naturaleza.
Respetar los carteles de “no hacer fuego”, no llevar botellas de cristal o tirar basura y botes al monte e “ir a replantar lo que se ha quemado” han sido algunas de las ideas del grupo de mayores. Los pequeños, más imaginativos, pensaban en “cubrir el bosque con una cápsula de cristal para que no puedan entrar los que quieran hacer fuego” y “cambiar la tierra vieja y plantar árboles nuevos, regándolos y cuidándolos”.